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domingo, 21 de noviembre de 2010

Hombre, Mujer y Genes

No somos iguales. Aunque en los tiempos que corren esté mal visto hacer afirmaciones del estilo, los hombres y las mujeres no son iguales, al menos biológicamente.

300 millones de años a. C., tras el desprendimiento de los mamíferos de la rama evolutiva de los reptiles, un par de autosomas (cromosomas no sexuales) comienzan a diferenciarse en los cromosomas sexuales. Uno de esos dos cromosomas, el portador del gen determinante del sexo masculino y que posteriormente se denominaría como “Y”, se va degenerando y perdiendo genes hasta convertirse en un raquítico reflejo de lo que un día fue: un cromosoma grande con multitud de genes (tanto ligados como no ligados al sexo) al igual que su pareja, no degenerada, el cromosoma X.


No con poca frecuencia este hecho hace pensar, especialmente a las mujeres (que poseen dos cromosomas X), que ellas son genéticamente superiores, o al menos poseen más genes en funcionamiento, que los hombres (que poseen un cromosoma X y otro Y). Nada más lejos de la realidad.

Si en una determinada especie los sexos tuviesen distinto número de genes o, propiamente hablando, distinta dosis génica, eso implicaría distintas capacidades de respuesta y adaptación al entorno. Con el transcurso de miles de años, uno de los dos sexos podría desaparecer debido a una adaptación deficiente o, cuando menos, diferente, quedando únicamente el otro sexo para finalmente compartir el destino del primero. Por este motivo ambos sexos han de tener la misma dosis génica, ser igual de “resistentes”, pues la muerte de uno conlleva la muerte del otro.

¿Y cómo se corrige esa diferencia de dosis génica en el ser humano dada por las diferencias entre los cromosomas X e Y? Para posible decepción de las mujeres, uno de sus dos cromosomas X (que recibe el nombre de corpúsculo de Barr) en todas y cada una de sus células somáticas está condensado e inactivado, es decir, “no funciona”. Esto significa que, a efectos prácticos, se podría decir que las mujeres no poseen 46 cromosomas, sino 45. Por contra, los hombres poseen 46 cromosomas funcionales, sin embargo, como ya señalaba, el pequeño cromosoma Y apenas tiene un puñado de genes, y la mayoría relacionados con el sexo, por lo que las dosis génicas quedan compensadas.

A modo de colofón y como apunte para los interesados en el tema, me gustaría señalar el cromosoma X inactivado, es decir, el corpúsculo de Barr, no está inactivo completamente. Algunos genes sí se expresan, pues en el caso de que el cromosoma completo estuviera inactivado, todas las mujeres sufrirían funcionalmente el denominado síndrome de Turner, enfermedad genética que afecta a los individuos con los 44 autosomas y un único cromosoma sexual, el X.

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