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sábado, 16 de octubre de 2010

Un diabético contra los transgénicos

Mientras me encontraba realizando mi diaria revisión a las noticias de actualidad en este vasto campo, me topé con una de estas imágenes de un montón de gente con pancartas en protesta de “los malvados organismos transgénicos”, absolutamente perjudiciales y perniciosos para todo lo que la vida comporta. En ese momento no pude evitar pensar: ¿Será alguno de los manifestantes diabético? Y aunque no hay manera de obtener una respuesta, dada la incidencia de esta enfermedad en este país (ya por encima de los 2.500.000 habitantes) es muy probable que más de uno (o al menos familiares) lo fuera.

A todo aquel al que le parezca esta pregunta trivial procederé a despejar las dudas a la par que dar una muy mala noticia a los diabéticos o familiares de diabéticos en contra de los transgénicos: el 93% de la insulina producida actualmente es de origen transgénico. Esta hormona era tradicional y costosamente obtenida a partir del páncreas bovino o porcino. Sin embargo, en 1982, la insulina se convirtió en la primera molécula con fines terapéuticos producida mediante ingeniería genética (transgénesis), aumentándose y facilitándose enormemente su producción industrial.

¿Y a qué le deben los diabéticos la hormona que les permite mantener en niveles adecuados la glucosa en sangre? A un organismo transgénico: Escherichia coli, una bacteria Gram negativa modelo de estudios en procariotas, que es transformada con el transgén de la insulina humana. Y a pesar de ello, ¿cuántas veces hemos visto protestas en contra de la “insulina transgénica”? Un servidor, hasta la fecha, no ha visto tal cosa ocurrir. ¿Por qué? Porque apostaría que la mayoría de las personas no tiene ni remota idea de que lo que hay en sus jeringuillas es Biotecnología. Y por ello, esas mismas personas que se niegan a comer un alimento transgénico, se inyectan en sangre esta insulina transgénica (con lo peligroso y malos que dicen que son tales productos)…y siguen vivos, es más, les permite seguir vivos y seguir sujetando esas pancartas.


En cualquier caso, si este descubrimiento asquea a cualquier diabético, no está todo perdido, simplemente ha de ir buscando algún páncreas de cerdo.

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