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jueves, 14 de octubre de 2010

Natural, Artificial y Biotecnológico. Parte II

(Continuación de "Natural, Artificial y Biotecnológico. Parte I")

Este falso sentimiento acerca de lo que se cree es “lo natural” en términos biológicos, radica en un concepto erróneo del término “especie”. Tradicionalmente, se venía considerando una especie como el conjunto de individuos que podía reproducirse entre sí y tener descendencia fértil. Esta definición ha demostrado ser limitada, anticuada y, en ciertos casos, incorrecta. Una especie no es algo estanco, se trata simplemente de un conjunto de individuos que comparten un reservorio o conjunto de genes determinados. Y este reservorio es algo dinámico, en el que aparecen, desaparecen y se transfieren genes, tanto verticalmente (descendencia) como horizontalmente (entre individuos o especies), es decir, está dotado de una evolución consecuencia de una constante alteración genética en la que participa una transgénesis desde la aparición de la vida sobre este planeta. Esto significa que desde que aparecieron las primeras formas de vida, la transferencia de material genético entre ellas ha sido permanente, provocando cambios, mezcolanzas y divergencias durante millones de años, háblenme ahora sobre qué es natural, genuino e inalterado.

Para finalizar con este tema, me gustaría dar cuartel a los todavía arraigados (y yo diría ciegos) que sostiene que lo natural es lo que ocurre sin pasar por el laboratorio. Seamos menos estrictos con el significado de “natural” y aceptemos tal afirmación.

Lo más común es tachar los productos biotecnológicos de artificiales o antinaturales y rechazarlos para lanzarse sin reflexionar a lo más natural posible, con la menor intervención humana. De esta manera, consciente o inconsciente, se asocia “natural” con “bueno” y “modificado”  con “malo”, ante lo cual me gustaría prevenir y acusar a este gente de falsos amantes de lo natural. Si tan bueno es lo natural yo les invito a que beban leche recién obtenida de la vaca, sin pasteurizar, que se coman un filete de ternera que no haya sido vacunada o que beban del agua que encuentren en una charca del campo, que son cosas de lo más natural pues evitan esa “malévola mano humana” tan ampliamente rechazada. Ya me imagino que recibiría tres rotundas negativas ¿Qué ha pasado con el ensalzamiento de lo natural? ¿Podría ser que lo natural no es tan bueno?


No contestaré a la anterior pregunta, se la dejo a ustedes, simplemente me limitaré a hacer una simple reflexión: al margen de propósitos “interesados” (que los hay), el hombre ha cambiado y cambia su entorno para su bien, para conseguir una vida mejor. En el ámbito biológico y, sobre todo, alimentario (que es de los que más críticas recibe), esos productos “artificiales” son tal cosa por y para nosotros y en muchos casos, no en todos, debemos alegrarnos de que, al ver un producto, comprobemos que el hombre ha ejercido una acción sobre él: podemos seguir con nuestras “incómodamente artificiales vidas”.

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