- Dada esta “inmortalidad” adquirida acompañada de la proliferación celular, el aumento del número de células (tumor) provocaría la falta de, entre otros, oxígeno (hipoxia), nutrientes para todas esas células, por lo que morirían y se acabaría el tumor. Sin embargo, la célula tumoral es capaz de provocar la creación de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis) alrededor del tumor, que es importante por dos motivos: permite el crecimiento y mantenimiento del mismo y “abre la puerta” a que las células tumorales puedan infiltrarse en esos vasos y metastatizar.
- Para adquirir la capacidad de invasión y metástasis, la célula tumoral ha de adquirir la capacidad de modificar la matriz extracelular, lo que se exige a su vez la adquisición de metaloproteasas y otros enzimas especiales que le den “movilidad”. Adicionalmente ha de deshacerse de todos los tipos de uniones que la anclan al resto de células.
- Tras todo esto, si consigue entrar en un vaso sanguíneo (o linfático) que rodea al tumor se encuentra con una trampa mortal: el sistema inmune ataca a la célula tumoral. Además de esto, dado el pequeño tamaño de los capilares y la rigidez de estas células frente a las sanguíneas, con toda probabilidad la célula tumoral no es capaz de atravesarlos y muere.
- Superado todo esto, la célula ha de ser capaz de pasar de estos vasos a una nueva parte del cuerpo, un nuevo tejido y, lo que es más sorprendente, de no sólo adaptarse al nuevo entorno y sobrevivir (lo cual es inaudito si nos olvidamos del desarrollo embrionario), sino de proliferar y crear un nuevo tumor.
Para rizar más el rizo, también tiene que haber alteraciones en el entorno tumoral, es decir, no sólo es importante la célula tumoral en sí, sino también las células por las que está rodeada, que se ha demostrado que tienen un papel fundamental.
Todo esto explica porque la probabilidad de tener cáncer aumenta con la edad, es prácticamente imposible adquirir la combinación exacta de mutaciones en todos los genes específicos, en todos los puntos precisos de estos genes, en una misma célula (o descendencia) sin cometer un sólo error o mutación incorrecta (pues la célula moriría) y superar todas las trabas de forma aleatoria...a no ser que lleves 80 años acumulando mutaciones en tus células.
Así pues, queda expuesto que el cáncer es cuestión de azar y suerte, de los puntos en dónde mutan las células y de una alteración radical de la biología de la célula a base de mutaciones aleatorias acumuladas desde la primera división celular. El cáncer es (son) muchas cosas, pero no fácil, y por eso aún no tiene cura.