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martes, 14 de diciembre de 2010

Inglés: invadidos por el caballo de Troya. Parte I

En esta ocasión, nos alejaremos ligeramente de los temas “bio” tratados en este blog para discutir un problema que atañe no solo a las ciencias biológicas, si bien en ellas alcanza niveles escandalosos, sino a la ciencia en general e incluso más ampliamente a todo hispanohablante. Este problema no es otro que el maltrato del que la lengua castellana es actualmente objeto, por parte de la gran mayoría de los usuarios de la misma, en favor de la “lengua universal”: el inglés.

Salta a la vista que una de las manifestaciones inmediatas de la actual hegemonía política, económica, técnica y cultural del mundo anglosajón o, mejor dicho, de Estados Unidos como gran potencia mundial es la creciente y polifacética presencia del inglés en las sociedades no anglófonas.

¿Y a qué se debe esta “permeabilidad” de los no angloparlantes? Sin duda no podría darse un único motivo, pues se trata de un conjunto de factores, pero uno de ellos, quizás el principal, es la asociación de la “cultura” norteamericana a valores positivos como modernidad, futuro, progreso, innovación o éxito. Por supuesto, hay que tener además en cuenta que la hegemonía de la lengua inglesa se produce en un mundo en el que se incrementan las relaciones entre sociedades, culturas y países en un grado hasta ahora desconocido.

Como resultado inmediato de todo ello, cae sobre el español (como sobre muchas otras lenguas) un alud de anglicismos de todo tipo. Y los propios hablantes en general, sean o no doctos en inglés, están sujetos a esta influencia a través de innumerables canales.

Así la sociedad se va acostumbrando a oír, leer, hablar y escribir cada vez más en inglés, lo cual sería positivo si con ello no se convirtiera (y se puede) el castellano en poco más que un derivado anglicado. Este problema aparece cuando una gran mayoría de hispanohablantes, consciente y/o inconscientemente, difunde de forma injustificada (principalmente por ignorancia) la lengua o terminología inglesa y prescinde sin empacho, y hasta con orgullo de la suya propia, dejando al castellano totalmente impregnado de anglicismos, hasta un punto para muchos insospechado.

Y de esta forma, el mismo hablante que rechaza una incorrección intralingüística, por ejemplo, un vulgarismo como “me se ha caído”, admitirá sin dificultad llamar “bullying” o “mobbing” a ciertas formas de acoso y “espónsor” a un patrocinador y preferirá hablar de la “America’s Cup” en lugar de la Copa del América o de “holding” en vez de asociación de empresas, o de” handicap” en vez de obstáculo o desventaja.


(Continuación en Inglés: invadidos por el caballo de Troya. Parte II)


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